En la actualidad las desapariciones de niños son habituales y las noticias sobre dichos sucesos se cuentan entre las más terribles, junto con guerras, hambrunas y catástrofes diversas. Las redes de tráfico de órganos, de trata de blancas y demás organizaciones delictivas que utilizan a niños para cubrir las demandas, no son un cuento de hadas, sino que son reales y forman parte del lado oscuro de la especie humana. Pero, como muchos podrán imaginar, no se trata de algo nuevo. Las leyendas sobre niños secuestrados se remontan a épocas anteriores a la nuestra y son muy abundantes. Tan numerosas que resultan alarmantes. Ya sean flautistas, el hombre del saco, o seres mitológicos los culpables, el rapto de bebés, niños y jóvenes ha sido una constante a lo largo de toda nuestra historia.
UN AÑO PARA EL RECUERDO
Y quizás uno de los acontecimientos
más tristes tuvo como protagonistas a los niños de una ciudad de la Baja
Sajonia, en Alemania. Los hijos de los habitantes de Hameln.
La conmoción que
sufrieron sus padres fue tal, que comenzaron a contar todos los días
transcurridos desde aquel fatídico 22 de Junio de 1284, en que sus hijos fueron
secuestrados.
Los hermanos Grimm
refieren en su leyenda, que en el ayuntamiento había una inscripción que rezaba
lo siguiente:
En
el año de 1284 del nacimiento de Cristo fueron raptados en esta ciudad de
Hamelin 130 niños en ella nacidos, perdidos en el monte, por culpa de un
flautista.