“No hay vida en este
cuerpo. Yo no soy nada, sin vida, sin alma, odiado y temido, estoy muerto para
todo el mundo. Escúchame, yo soy el monstruo al que los hombres vivos matarían.
Yo soy Drácula.”
Gary Oldman. Conde Drákula.
Entre lo antiguo y lo moderno,
entre el temor y el interés, entre el dolor y el placer…vampiros. Criaturas
magnéticas y terroríficas donde las haya.
La curiosidad que han despertado en los humanos se remonta a varios
milenios antes de Cristo. Pero ¿cómo eran antes de la publicación de la famosa
obra de Bram Stoker? Desde luego, no se parecían en nada esos entes pasionales
y hermosos que tan de moda están en el cine, los libros y la pequeña pantalla
de hoy en día.
EL ORIGEN DE LOS VAMPIROS
Hace cuatro mil años, se asemejaban más a demonios, a seres dominados por sus instintos primarios que no albergaban apenas sentimientos ni remordimientos. Solo una irrefrenable ansia de sangre. Quizás un reflejo de la sociedad violenta que les tocó vivir a nuestros antepasados. Pues aquellos eran tiempos duros…dificilísimos. No había apenas espacio para el idealismo o la búsqueda de la felicidad. La vida era breve y estaba repleta de sinsabores y desgracias. Solo los grandes, ricos y poderosos podían disfrutar de una existencia «digna» en términos generales.
Hace cuatro mil años, se asemejaban más a demonios, a seres dominados por sus instintos primarios que no albergaban apenas sentimientos ni remordimientos. Solo una irrefrenable ansia de sangre. Quizás un reflejo de la sociedad violenta que les tocó vivir a nuestros antepasados. Pues aquellos eran tiempos duros…dificilísimos. No había apenas espacio para el idealismo o la búsqueda de la felicidad. La vida era breve y estaba repleta de sinsabores y desgracias. Solo los grandes, ricos y poderosos podían disfrutar de una existencia «digna» en términos generales.

TIPOS DE VAMPIROS
Entre culturas
orientales o americanas figura más como un dios que como una simple criatura
demoniaca. Tal es el caso de la vampiresa Akhasa,
en Egipto, el Dios de la Sangre Mexicano
Hutzilopochtli o la Lilith
babilónica. También resultan interesantes los Ahharu asirios y los Hantu
Penyardin del Himalaya. La segunda acepción era más común en Europa, donde
el vampiro de origen eslavo protagonizaba la mayor parte de las historias. El
término se popularizó allá por el siglo XVIII y procede del indoeuropeo «oper»
que hacía referencia a seres voladores, bebedores de sangre y a lobos.
Obviando el ámbito
zoológico y médico de la cuestión (que
daría para varios libros), me centraré principalmente en el folclore
mitológico, por considerarlo de interés más generalizado.
LAS COSTUMBRES DE LOS VAMPIROS
LAS COSTUMBRES DE LOS VAMPIROS
Sobre las costumbres y
características más comunes del vampiro, podríamos citar las siguientes:

Debido a su condición de no-muerto, es inmortal y posee una fuerza y una velocidad poco comunes.
El sol les quema la
piel y solo pueden ser destruidos si se les clava una estaca de madera en el
pecho o si se despega la cabeza de sus hombros y se queman sus restos en piras
separadas.
MÉTODOS DE PREVENCIÓN
En épocas más antiguas
existían otras costumbres «preventivas» como introducir dientes de ajo o
limones en algún orificio corporal del difunto. Los crucifijos también tenían
fama de ser instrumentos efectivos.
En Bulgaria
atornillaban cadáveres con barras de hierro, para evitar que regresaran como
vampiros. Sorprendentemente, en Wikipedia sostienen que esta práctica
sobrevivió hasta el siglo XX.
Estos y otros muchos
métodos figuran como técnicas útiles para evitar la transformación o detener a
un vampiro y existen cientos de historias similares en épocas y lugares muy
alejados entre sí.

ÍNCUBOS Y SÚCUBOS Los íncubos y los súcubos (masculinos y femeninos respectivamente) mantienen relaciones sexuales con las víctimas, de forma que succionan su energía vital y los conducen a la desesperación y al suicidio. Algunos ejemplos serían Alouqua o Empusa, entre otros muchos. El fruto de las relaciones de un humano y súcubo/íncubo, daba como resultado un niño aparentemente normal que, no obstante, poseía habilidades mágicas. Tal fue el caso de Merlín, según las leyendas artúricas.

Si acertaron o
no con su veredicto…es otra historia.
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