
Palabras del
emperador Calígula a una estatua de Júpiter.
La ambición, la locura,
la política o incluso el miedo a la muerte, han llevado a numerosos reyes y
emperadores a equipararse a las divinidades en incontables momentos de nuestra
historia. Las razones son muchas, las consecuencias de sus actos aún mayores. A
unos, la decisión de ocupar un lugar en el panteón los benefició. A otros, esa
determinación los hundió en la miseria. Y aunque en la actualidad parezca una
ridiculez, en otras épocas la idea resultaba muy atractiva. No se preguntaban
si de verdad podían evolucionar de reyes a dioses, pues en realidad estaban
convencidos de que tal transformación era posible. ¿Cómo no iba a serlo, si
otros ya lo habían hecho antes?