
Palabras del
emperador Calígula a una estatua de Júpiter.
La ambición, la locura,
la política o incluso el miedo a la muerte, han llevado a numerosos reyes y
emperadores a equipararse a las divinidades en incontables momentos de nuestra
historia. Las razones son muchas, las consecuencias de sus actos aún mayores. A
unos, la decisión de ocupar un lugar en el panteón los benefició. A otros, esa
determinación los hundió en la miseria. Y aunque en la actualidad parezca una
ridiculez, en otras épocas la idea resultaba muy atractiva. No se preguntaban
si de verdad podían evolucionar de reyes a dioses, pues en realidad estaban
convencidos de que tal transformación era posible. ¿Cómo no iba a serlo, si
otros ya lo habían hecho antes?

Pero comencemos por el
principio.
¿QUIÉNES FUERON LOS PRIMEROS REYES?
¿QUIÉNES FUERON LOS PRIMEROS REYES?
Para saberlo no queda
otra que retroceder en el tiempo hasta el período de los reyes antediluvianos,
en Sumeria. Ya desde el comienzo la línea entre el mito y la realidad era muy
difusa y el tiempo de reinado de todos sus integrantes fue exagerado. Esos
períodos varían desde más de 40 mil años de reinado a los 18 mil, y los
cronistas hablaban de esta época en los siguientes términos: “Después de que la
realeza descendiera del cielo, la realeza estuvo en Eridu”.

Después del diluvio, la
dinastía de Kish cogió el testigo y gobernó también durante períodos de tiempo
muy largos, aunque menores que los de los reyes antediluvianos. La mayoría de
los integrantes de dicha dinastía también tenían más de figura mitológica que
de reyes de carne y hueso. Como ejemplo podemos citar a Gilgamesh, uno de sus
príncipes más famosos y protagonista de una de las Epopeyas más conocidas de la
historia.

Quizá los reyes más interesantes
hayan sido Lugalzagesi de Umma y Sargón I de Acad.
Del segundo hay datos
muy curiosos que lo relacionan con Moisés. Según los textos, era hijo de una
gran sacerdotisa, por lo que desconocía la identidad de su padre. Como no estaba
bien visto, ella decidió meter al bebé en una cesta y calafatearla con betún.
La echó al río y un hombre, llamado Akka, que era copero del rey lo acogió.
Sargón trabajó como jardinero, pero la providencia (o la diosa Istar) ayudó a
Sargón, y tras varias batallas destronó a Lugalzagesi y llegó a rey,
convirtiéndose en un rey unificador. Su gobierno estuvo marcado por una
razonable prosperidad en todos los sentidos. Su hija Enheduanna (una de las
pocas mujeres escritoras que se conocen de esta época, fue autora de himnos, y
su nieto Naram-Sim, debido a su exitosa campaña de conquistas, decidió
proclamarse dios).
Regresando a los
primeros reyes y abandonando Sumeria, es imperativo viajar a Egipto. A la
región, que no al país, ya que el reino de las Dos Señoras tardó en ser
unificado.
Según las leyendas, los
primeros gobernantes de Egipto eran dioses, y en una línea parecida a la de los
sumerios, ejercieron su dominio durante períodos de tiempo hiperbólicos, que
fueron acortándose de padres a hijos. De Ptah, el control pasó a su hijo Ra, y
de este a Shu, Geb, Osiris, Seth y
Horus, de forma sucesiva. Los siguió una segunda dinastía con el dios Thot,
donde la divinidad se fue diluyendo generación tras generación, hasta llegar a
los faraones-semidioses, que fueron alrededor de treinta.

No obstante, el primer faraón humano del que se tiene constancia y a quien se le atribuye la unificación del Alto y el Bajo Egipto es Narmer, también conocido como Menes o el Rey Escorpión.
Los faraones, a partir de este momento, eran humanos, pero al
mismo tiempo eran también descendientes de los dioses y no veían razón alguna
para hacer distinciones. Sus esposas tenían la función de transmitir la
divinidad a sus vástagos, y el faraón era un dios viviente. Un dios que, sin
embargo, ofrecía por lo general un aspecto más bien deforme en muchos casos,
que vivía poco tiempo en comparación con sus antecesores y que a veces ni si
quiera era capaz de engendrar hijos sanos.
En Babilonia el inicio de la civilización, al menos según el testimonio del historiador Flavio Josefo fue, como poco, «sospechoso». Puesto que descendía de una familia de sacerdotes, también tuvo acceso a información privilegiada. Igual que el cronista caldeo Beroso, que nos proporcionó algunos datos sobre los reyes antediluvianos de Sumeria.

Sea como fuere, a este lo siguieron en distintos momentos de la historia otros individuos con habilidades y aspecto análogos, a los que llamaron Eudoco, Eneugame, Eneubulo, Anemonte y Odacón. Dagón, también alcanzó cierta fama. Y todo esto quedaría en un hecho anecdótico de no ser porque aparecen representados en algunos bajorrelieves de Nínive.
En otras ciudades del
mundo también encontramos representaciones o referencias a individuos híbridos
con actitudes civilizadoras, pero son demasiadas como para mencionarlas todas
en una entrada.
Por ejemplo, podemos
retroceder hasta los inicios de la
civilización griega. No solo sus leyendas fundacionales son extrañas, sino que
además nos hablan de hombres serpiente y hombres hormiga que también iniciaron
a la población en los conocimientos arriba mencionados. El pueblo de los Hopi,
en América, de los que tanto se ha hablado, también hablan de hombres-hormiga,
aunque según estos no provenían del cielo, sino del centro de la Tierra.
Los hombres-serpiente,
que se suponía que también vivían bajo tierra, nos obligan a hablar de los
orígenes de Atenas. Antes de recibir su nombre en honor a la diosa Atenea, fue
fundada según el mito, por un hombre-serpiente llamado Cécrope (aunque en otras versiones se lo conoce como Erictonio). Este se casó
con Aglauro, hija de Acteo y tuvo un varón y tres hijas. Cécrope, decían, tenía
una cola de serpiente de cintura para abajo. El mito de las nagas, era corriente
en la India, aunque hay historias sobre hombres serpiente en otros lugares del
planeta. Sin embargo, no todos estos seres eran tan cultos como Cécrope, de
quien se dice que enseñó a los hombres a escribir, a construir edificios y a
enterrar a sus muertos. Modificó el culto a Zeus y realizó los primeros censos
de población.
La fundación de Tebas y
Micenas también tiene a dioses y a semidioses como protagonistas. De una parte,
Perseo, hijo de Zeus y Dánae, que fue quien fundó Micenas. Tebas, también
llamada Cadmia, fue fundada por Cadmo, que había sido sentenciado por su padre
a no regresar si no traía de vuelta a su hermana Europa, que había sido
secuestrada también por el dios supremo.
De la fundación de Argos, se pueden inferir relaciones con Egipto y Fenicia, principalmente. En esta historia Belo, hermano de Agénor, permaneció en Egipto donde reinó y se casó con Anquíone, una hija del dios-río Nilo. Engendraron a Dánao y a Egipto, quienes se disputaron la herencia.
Se piensa que este mito
es testimonio de la primitiva llegada a Grecia de colonos helenos provenientes
de Palestina y su introducción de la agricultura en el Peloponeso. Se sostiene
que entre ellos había emigrantes de Libia y Etiopía, lo que parece
probable, ya que Belo era el Baal del
Antiguo Testamento y el Bel de los libros apócrifos; al parecer había tomado su
nombre de la diosa Luna sumeria Belili.
Aunque aún quedan otras leyendas fundacionales, es hora de pasar al Antiguo Testamento, donde los primeros humanos eran unas fábricas vivientes de años, al estilo de los sumerios. En lo que respecta a Abraham, uno de los primeros patriarcas hebreos, se sabe que tuvo muchos hijos con distintas mujeres, y que fue un hombre longevo. También son conocidos otros casos, como el de Matusalén, Adán, Set etc. y prácticamente todos los descendientes de Noé vivieron muchos años. Aunque ya he mencionado que la historia de Noé está basada en la de Ziusudra, por lo que cabe pensar que el origen de los patriarcas era más antiguo de lo que se presume, y que en realidad Abraham procedía de una ciudad de Sumeria, y que al principio era politeísta.
Abraham, sin embargo,
no tuvo descendencia de forma espontánea, sino que fue también obra de Dios, lo
que pone en entredicho el origen humano de su prole. Una sospecha que se acrecienta
tras lo ocurrido en Sodoma y Gomorra, donde los ángeles solo salvaron a Lot y a
sus descendientes, por mediación de Abraham que era su tío y con el pretexto de
que era el único hombre justo del lugar. Si se analiza lo sucedido cuando Lot
recibió a los ángeles (que curiosamente también tenían forma humana), enseguida
salta a la vista que no era un hombre justo, ni mucho menos, ya que ofreció sus
dos hijas vírgenes a la muchedumbre para que dispusieran de ellas como
quisieran, únicamente para defender a unos desconocidos que además podían
cuidarse solos.
Parece más un intento de congraciarse con el de arriba, o simple miedo a las represalias de sus invitados, más que un intento de mostrarse justo. Si lo salvaron fue porque tenía «mano» y no por sus virtudes morales. En resumidas cuentas, todo quedaba en familia.
Parece más un intento de congraciarse con el de arriba, o simple miedo a las represalias de sus invitados, más que un intento de mostrarse justo. Si lo salvaron fue porque tenía «mano» y no por sus virtudes morales. En resumidas cuentas, todo quedaba en familia.
Hay más leyendas sobre
las relaciones entre dioses y reyes, pero las más relevantes son las ya
mencionadas.
La pregunta es ¿de verdad
esos dioses eran quienes decían ser? ¿Podrían ser todas estas historias simples
invenciones? ¿O hay algo más misterioso detrás?
que belleza de entrada! es realmente magnifica, nos dejas con la boca abierta. a acompartir un poco de historia....
ResponderEliminar¡Vaya!¡Me alegro de que te haya gustado! Intentaré ponerme las pilas para escribir la segunda parte. Espero que te guste tanto como la primera.
ResponderEliminar¡Un abrazo y muchas gracias por leer y compartir! Toda ayuda es bienvenida. :)