La
información disponible sobre Cayo Calígula es escasa. En realidad, casi todo lo
que ha llegado hasta nosotros son anécdotas y es difícil cubrir todas las
lagunas. Su gobierno fue muy breve, se convirtió en emperador en el 37 d.C. con
25 años y solo ostentó el poder hasta el
41 d.C., antes de convertirse en la víctima de una conjura. Tras su muerte, se
decretó la Damnatio Memoriae (la destrucción de la memoria histórica de su
gobierno) por sus actos criminales, y los textos que hablan de él no ayudan a despejar
las dudas sobre su verdadero estado mental. La opinión más extendida sostiene
que o bien estaba loco, o simplemente estaba enfermo y, en general, estas ideas
apoyan la teoría de que tomaba sus decisiones sin tener en cuenta las
consecuencias, razón por la que cual fue brutalmente asesinado.
Se
habla de Calígula como un psicópata, un megalómano, un hombre cruel y
asustadizo que no sentía respeto por nada ni por nadie. Pero ¿es eso cierto?
O, por el contrario, ¿tenía razones para
hacer lo que hizo? Más aún ¿de verdad fue tan terrible como lo pintan? O ¿Se
aprovecharon de su presunta locura para desprestigiar su memoria y acusarlo de
delitos que no había cometido? ¿Fue el monstruo que nos han contado? Lo cierto
es que nadie lo sabe, y por increíble que pueda parecer, hay razones para poner
en duda la fama que lo hizo tristemente célebre.
El
padre de Calígula, Germánico, era un gran general y uno de los hombres más
respetados de Roma. Su madre, Agripina, no le iba a la zaga y se convirtió en
una mujer muy admirada. El joven Cayo,
al que los soldados apodaron «Calígula» debido a su costumbre de ponerse
sandalias de legionario cuando era pequeño, era el tercero de nada menos que
seis hermanos.
Pisón
fue llamado a Roma y sometido a juicio por orden del propio Tiberio, que
deseaba guardar las formas. Poco le importó su amistad con el gobernador, que
finalmente fue traicionado por su mujer, y acabó quitándose la vida para que
sus hijos no sufrieran las consecuencias de sus actos.
Agripina
recogió las cenizas de su marido y realizó una marcha fúnebre con sus hijos,
desde Brindisi hasta Roma. Mucha gente los acompañó para presentarles sus
respetos y en Roma crecían las sospechas de que Tiberio había sido el causante
de la muerte del general. Cansado de la situación y según dicen, muy deprimido,
el emperador se retiró a Capri y el gobierno recayó sobre Elio Sejano, el prefecto
del pretorio, quien no dudó en hostigar a la familia de Calígula e iniciar su
propio reino de terror.
Calígula
había acompañado a Tiberio a Capri como miembro de su séquito personal (quizá
como una muestra de buena voluntad por parte del emperador). También es posible
que Tiberio quisiera disculparse, ya que veía próxima su muerte y había hecho
muchas cosas de las que no se sentía orgulloso. Pero Cayo Calígula no olvidaba
fácilmente. Se sentía resentido (y con razón) pues no solo había tenido que soportar
el asesinato de su padre, sino también la persecución a los miembros de su
familia, que desembocó en el asesinato por parte de Sejano de su hermano Druso
y con la muerte en el exilio de su otro hermano, Nerón César. A pesar de todo,
el emperador lo adoptó como hijo para que accediera al poder por la vía
sucesoria.
Tiberio
falleció en el año 37 d.C. y aunque no hay pruebas, algunos acusaron a Calígula
de haberlo envenenado. Esto no parece tener fundamento, porque Tiberio ya
estaba muy mayor. Calígula había sido nombrado sucesor junto con Tiberio
Gemelo, su primo.
Aun
así, que quisiera acelerar su propia llegada al poder y vengarse del asesino de
su padre, no parece algo condenable, al menos en lo que respecta a los cánones
de la época. En lo que todos estaban de acuerdo era que Cayo era un gran actor
y sabía cómo comportarse para ganarse el favor de otros sin desvelar sus
propias intenciones.
De
modo que tras estos acontecimientos, Calígula se convirtió en emperador. En el
ejército lo tenían en gran estima y todos estaban convencidos de que, con un
hijo de Germánico en el poder, vivirían
una edad dorada.
Pero
pronto descubrieron que el nuevo gobernante no era el hombre de carácter afable
que todos esperaban. Por lo general, los emperadores de buen temperamento no
duraban mucho en aquella época y Calígula había madurado más rápido de lo
normal.

En octubre del año 37, el nuevo emperador cayó
enfermo. Quizá fue fingido. Quizá fue envenenado. Pero el cambio radical que
sufrieron sus políticas tras aquel suceso marcó un punto de inflexión en el
devenir de los acontecimientos.
Los
historiadores no fueron benevolentes con él. Aunque muchas de las prácticas que
implantó eran sobradamente conocidas en Oriente, donde se había criado, en
Occidente no le granjearon muchos amigos y algunas de ellas llegaron a
considerarse escandalosas. Entre aquellas novedades, podemos encontrar la
proskynesis (arrodillarse ante el gobernante como si fuera una divinidad), ser
tratado como la reencarnación de un dios (también en territorio judío, algo que
causó importantes revueltas), equipararse a Alejandro Magno y casarse con una
de sus hermanas, Drusila, tal y como hacían los faraones en Egipto, o los
dioses mitológicos. Quizás creyó, erróneamente, que mostrarse como un ser
superior evitaría que se confabularan contra él.
El
caso es que cuando se recuperó de aquella enfermedad, sus medidas para quitarse
de en medio a sus rivales políticos se recrudecieron. Algo que no resulta
tampoco extraño si tenemos en cuenta que Tiberio Gemelo, el otro heredero al trono,
pudo haber incitado una conjura mientras Calígula estaba enfermo. Esto pudo
haber desencadenado un estado de paranoia que lo llevó a alejar de él a
cualquiera que no perteneciera a su familia inmediata. Pues a estas alturas
Calígula ya no se fiaba de nadie. Sus primeros meses de gobierno habían sido
magníficos y había beneficiado a todo el mundo con sus políticas, tanto a ricos
como a pobres. Y ¿Cómo se lo agradecieron? intentando matarlo.
Tras
su enfermedad se produjo un período de inestabilidad económica, y tuvo que
recurrir a medidas poco convencionales para solucionar el problema. Necesitaba
dinero, y la forma más rápida de conseguirlo era acusando a senadores y
caballeros para obtener sus herencias. Calígula ya había ejecutado a algunas
personas sin juicio previo, de manera que esto solo era un paso más. Estableció
nuevos impuestos, organizó subastas, obligó a centuriones a contribuir al
Erario Público y persiguió muy duramente la corrupción en la administración.
Esto incrementó la incomodidad entre los altos cargos y las familias pudientes,
quienes empezaron a sentirse amenazados y seguramente dejaron de colaborar.
Posiblemente fueron ellos quienes movieron los hilos para provocar la hambruna
entre el pueblo. A Calígula no le beneficiaba el corte de suministros de
ninguna manera, y era un hombre que sabía cómo obtener dinero. De manera que es
lícito pensar que los causantes de esta situación fueran otros. Sobre todo
teniendo en cuenta que tras esta época de carestía el propio Calígula puso en
marcha la ampliación de dos puertos, el de Regium y el de Sicilia, para
facilitar el abastecimiento de cereales.
Las
relaciones con el senado no eran buenas, y tras las últimas reformas la
situación fue a peor. Los senadores habían pasado mucho tiempo haciendo las
cosas a su manera y no soportaban la idea de que Calígula interviniera de forma
tan activa en sus políticas. Solo lo habían aceptado porque creían que un
emperador joven no sería difícil de manejar.
De
sus relaciones con el ejército, se puede decir que también llevó a cabo importantes
mejoras. Después de una cuidada selección de reclutas intentó conquistar Britania,
pero no tuvo éxito. La anexión de Mauritania por medio del asesinato de
Ptolomeo de Mauritania, fue su única forma de aparecer como un líder militar. Ptolomeo
tenía buenas relaciones con el senado y descendía de una familia importante. A
su vez era primo segundo de Calígula, por lo que constituía una amenaza para el
emperador.
No
hay pruebas de que obligara a sus hombres a recoger conchas de una playa, o de
que hubiera intentado declararle la guerra con Neptuno. Otra barbaridad que
posiblemente inventaron en su época también como un bulo que luego se tomó como
una más de las presuntas pruebas de la locura de Calígula. Anécdotas que fueron
creciendo en brutalidad y originalidad. Según las fuentes, que eran muy
parciales, ya no solo se había casado con su hermana, sino que también había
mantenido relaciones con sus otras hermanas y después había asesinado a Drusila
(cuando existen sospechas de que esta murió a causa de una fiebre, o por complicaciones
durante el parto). De ahí, pasaron a afirmar que era un enfermo sexual que
convirtió el palacio en un burdel, o que era un derrochador (algo que no tiene
ningún sentido, teniendo en cuenta su capacidad real para organizar y obtener fondos).
Otra de las historias que se cuentan sobre él, es que convirtió a su caballo
Incitato en Cónsul.
Nadie se paró en pensar que, incluso si esto
fue real, las intenciones de Calígula iban más allá de la diversión. Para él
tanto los senadores como sus mujeres eran peores que prostitutas, y su caballo
(el animal que lo ayudó a superar la depresión tras la muerte de su padre)
había hecho más por él que cualquiera de ellos. Tratar a personas como
animales, y a animales como personas, pudo ser su forma de decirle al mundo qué
pensaba realmente de los senadores. A fin de cuentas, ¿si ellos difundían
mentiras sobre él, por qué tenía que tratarlos bien? En cierto modo, hacía
tiempo que estaban en guerra y ya no les quedaban razones para mostrarse
cordiales. Calígula había hecho casi lo mismo que Julio César. Se enfrentó a
las clases altas y favoreció a las bajas. Y su final fue muy similar.
Dicen que sus acciones motivaron las conspiraciones
posteriores y que la última de ellas acabó con su vida. Casio Querea, el líder
de la guardia pretoriana, junto con otros senadores y equites, puso fin a la
vida de Calígula. Todo el mundo sabía que no se llevaban bien, y que el
emperador, que era muy exigente, lo había tildado de incompetente en numerosas
ocasiones y se había reído de él. Calígula fue apuñalado por Casio en un
momento de distracción, y esto desencadenó un auténtico caos en Roma.
Los
senadores esperaban imponer la República para volver a detentar el poder sin
restricciones. Sin embargo, el ejército y el pueblo permanecieron fieles a la
figura de Calígula, y pidieron justicia por su muerte, y por el asesinato de su
esposa Cesonia (una mujer de origen bastante humilde con quien se casó en
cuartas nupcias) y de su hija Julia Drusila, un bebé de dos años. Los conspiradores
habían aplastado su cráneo contra una pared.
Como
ya he mencionado con anterioridad, no es fácil delimitar cuáles fueron los
actos reales y cuáles los ficticios durante su gobierno, pero no es
descabellado pensar que si Calígula hubiera tenido la oportunidad de defenderse
y contar lo sucedido desde su punto de vista,
su biografía habría sido completamente distinta.
hola! muy interesante tu entrada y con mucha informacion, gracias! saludosbuhos!
ResponderEliminar¡Gracias! Espero no haberme pasado con la longitud de la entrada. En casa me llaman Espasa por algo. Me alegro de que te hayas tomado la molestia de leerla. ¡Un besote!
Eliminar¡Hoola! Me encanta un montón la historia *-* Gracias por compartir esto, sin dudas que coincido con el comentario de que la cosa hubiera cambiado si él hubiera contado la historia. Al final los vencedores escriben la historia. :D
ResponderEliminar¡Beesitos! :3
Me alegro de que te haya gustado. Siempre hay segundas interpretaciones, lo difícil es encontrarlas. ¡Un besote! Gracias por pasarte.
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