
Los centauros, como ya mencioné brevemente en la entrada sobre Animales Fantásticos, son de las criaturas más célebres de la mitología griega. Un factor interesante sobre estos seres, además, es que no existen referencias similares en otras mitologías; algo que en sí mismo resulta extraño. Se pueden encontrar distintas versiones de dioses, semi-dioses, seres feéricos, dragones, sirenas, vampiros, licántropos etc. en las creencias populares de distintos lugares del mundo, pero en lo tocante a los centauros no es fácil encontrar paralelismos, más allá de diversos híbridos de hombres-bestia. Su fama, no obstante, siempre ha sido grande, pues aparecen en infinidad de textos griegos y su protagonismo en dichas historias es bastante remarcable. Lejos de interpretar un rol secundario, o de ser conocidos por su brutalidad (como suele ocurrir con otras criaturas que exhiben características animales), los centauros constituyen una de las razas mitológicas más complejas y fascinantes, y ponen en evidencia el hecho de que el conocimiento no está reñido con un modo de vida natural.
EL ORIGEN DE LOS CENTAUROS
En cuanto al origen de los centauros se citan dos ramas primigenias. Los individuos nacidos de estas uniones son más bestiales y primitivos, y muestran una exagerada tendencia al belicismo. La primera fue engendrada por un hijo de Apolo y Estilbia, hija de Peneo. De ellos nacieron los centauros y los lapitas, habitantes de Tesalia. La segunda rama, nació de la unión de Ixión y una nube con la forma de Hera (que fue un señuelo creado por Zeus). Los centauros sufrieron el rechazo de los demás seres, pues su nacimiento no fue presenciado por las Gracias, y se vieron obligados a engendrar descendencia con las yeguas de Magnesia. Algunos descendientes fueron Agrio, Licos o Eurinomos (y, en honor a la verdad, ninguno de ellos se hizo famoso por su comportamiento civilizado).
En cuanto al origen de los centauros se citan dos ramas primigenias. Los individuos nacidos de estas uniones son más bestiales y primitivos, y muestran una exagerada tendencia al belicismo. La primera fue engendrada por un hijo de Apolo y Estilbia, hija de Peneo. De ellos nacieron los centauros y los lapitas, habitantes de Tesalia. La segunda rama, nació de la unión de Ixión y una nube con la forma de Hera (que fue un señuelo creado por Zeus). Los centauros sufrieron el rechazo de los demás seres, pues su nacimiento no fue presenciado por las Gracias, y se vieron obligados a engendrar descendencia con las yeguas de Magnesia. Algunos descendientes fueron Agrio, Licos o Eurinomos (y, en honor a la verdad, ninguno de ellos se hizo famoso por su comportamiento civilizado).
En
sus inicios, el aspecto de los centauros era un tanto diferente. No solo tenían
torso humano, sino que sus piernas delanteras también lo eran y solo sus
cuartos traseros mostraban un aspecto similar al de un caballo. También eran
muy velludos. Tras los textos homéricos se popularizó la imagen actual, donde
se representan con el torso de un varón (y hay quien dice que su aspecto se
terminó de definir en la época del escultor Fidias).

Robert
Graves sostiene que la creación del centauro fue una reminiscencia de una secta
prehelénica que adoraba a los caballos. Otros investigadores creen que son
consecuencia de un choque cultural. Sea como fuere, los centauros dieron mucho
que hablar en años y siglos posteriores.

Algunas fuentes nos
cuentan que los exterminó a todos, pero esta teoría no parece factible ya que
fue el centauro Neso quien engañó a Deyanira para que envenenara a Hércules con
su propia sangre —otra peculiaridad de los centauros es que, al igual que la hidra
o la mantícora, su sangre también resulta venenosa— Tras
el fallecimiento de Quirón (que dejó de ser inmortal gracias a Prometeo), este
fue ascendido a los cielos y se convirtió en la constelación de Sagitario.
En
lo que respecta a la cuestión reproductiva, existen ciertas lagunas. La
representación de las centáurides, centauras, o centauresas, es tardía y tiene
su origen principalmente en pinturas. En muy contadas ocasiones se menciona a
hembras de la especie en las leyendas, aunque algunos dicen que a diferencia de
su versión masculina eran bastante hermosas y que vivían con los machos de su
especie en el mismo estado salvaje.
Seguramente, al existir muy pocas criaturas
capaces de hacer frente a un embarazo de ese tipo, los autores clásicos se
decantaron por yeguas y ninfas como potenciales parejas de estos seres. Aunque
en los documentos antiguos se recogen intentos de violación por parte de
centauros a ninfas y a humanas. Esto pone en evidencia la asociación del
caballo con la potencia y la virilidad masculinas, que en el caso de estos
individuos dominaba sus impulsos de vez en cuando.
¿AVISTAMIENTOS?
¿AVISTAMIENTOS?
Todo
esto tiene sentido desde un punto de vista teórico, por supuesto, pero también
hubo quienes afirmaron haber visto centauros reales, por increíble que esto
pueda parecer. Sin embargo, estos presuntos avistamientos se produjeron solo en
la época antigua, a diferencia de lo que ocurre con otros seres que mucha gente
dice haber avistado en tiempos modernos.
Plutarco
nos cuenta que Periandro, tirano de Corinto, había visto uno, y Plinio dice que
tuvo ocasión de ver otro embalsamado que fue trasladado desde Egipto a Roma
durante el gobierno del emperador Claudio. (Si tenemos en cuenta lo que se dice
de este emperador, a quien todos creían un necio —aunque no lo fue— es preciso
señalar que quizás alguien quiso gastarle una broma).
Todas
estas referencias clásicas han encandilado a muchos autores modernos y ahora,
casi más que en cualquier otra época, los centauros han ocupado de nuevo un
lugar destacado en la literatura o el cine.
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