
Existen enfermedades cuyos efectos son visibles, como la peste o la gripe. Casi todos hemos tenido que enfrentarnos alguna vez a algún catarro, a sarpullidos, a conjuntivitis, a la varicela o a virus y bacterias de distintas clases. Estas enfermedades, por lo tanto, se manifiestan de una forma bastante evidente y aquellas personas que nos rodean tienden a poner tierra de por medio (en el mejor de los casos) o toman medidas drásticas para contener la enfermedad, ya sea ponernos en cuarentena, o en casos extremos, cosas muchísimo peores.
Sin embargo, hay otras epidemias —y también intoxicaciones— que afectan al comportamiento humano. Nadie sabe que una persona las padece hasta que ya es demasiado tarde. Aquellos que se contagian de estas misteriosas epidemias provocan no solo reacciones en masa, sino episodios que han marcado la historia de forma traumática.
Aunque muchos de estos casos se han achacado a la histeria
colectiva, queda en el aire la duda de qué pudo haber provocado reacciones tan
poco ortodoxas.
Creo que he visto un lindo gatit....digo, una linda monja.
Todos los días…a la misma hora. Sobre decir que los vecinos, hartos ya de tanto barullo y jolgorio gatuno, avisaron a las autoridades pertinentes, que resolvieron llevar a las alborotadoras a otros lugares. La medida surtió efecto, y no se produjeron más epidemias de maullidos, por lo que el asunto quedó más en una broma que en una enfermedad propiamente dicha. Sin embargo, nadie sabe por qué empezaron a maullar.
Y queda aún la pregunta de si los maullidos eran solo una forma de distraer la atención de otro tipo de actividades…menos religiosas.
Las hermanas estaban que mordían…literalmente.
Los casos de posesiones demoniacas en masa eran muy comunes hace unos pocos siglos. Lo que ahora llamamos histeria colectiva, en otras épocas solo podía ser obra del Diablo.
Y se conoce que el Señor de las Tinieblas se sentía creativo, o bien se volvió un fanático de The Walking Dead. La cuestión es que los vómitos, las blasfemias y las cabezas giratorias ya no resultaban tan interesantes, y en pleno siglo XV, en un convento de Baviera (Alemania), una monja empezó a morder a sus compañeras, y estas, infectadas por la mordedura, hicieron lo propio con las demás.
Parece que el fenómeno tenía su puntillo, porque en otros conventos alemanes sucedió lo mismo, y la epidemia de monjas mordedoras llegó incluso a Roma, que tuvo que autorizar numerosos exorcismos para terminar con aquella invasión sobrenatural.
Cuando los ataques de risa dejan de tener gracia
A todo el mundo le gusta reírse de vez en cuando. Es bueno para la
salud, se liberan endorfinas y en general, nos recuerda que en la vida hay algo
más que sufrimiento, aunque los respiros sean breves.
Pues bien, en Tanzania (antigua Tanganica), y más en concreto en la aldea de Kashasha, en el año 1962, unas niñas empezaron a sufrir ataques de risa en la escuela, y dichos ataques se fueron propagando entre los jóvenes de la aldea (principalmente mujeres jóvenes en edad escolar, aunque no fueron las únicas víctimas), y pronto alcanzó también a la población de aldeas vecinas cuando la escuela de Kashasha cerró sus puertas.

Lejos de lo que pueda parecer, estos ataques no tenían nada de divertidos: podían durar desde varias horas a dos semanas y en algunos casos, incluso meses (con ocasionales paradas) y afectó a más de mil personas durante año y medio.
En la actualidad se piensa que los presuntos ataques de risa no eran tales, sino que eran trastornos del sistema nervioso provocados por otras enfermedades más graves. Sin embargo, así como llegó esta misteriosa epidemia, se fue; y como en otros lugares, esto se achacó principalmente a la histeria colectiva.
¿Os acordáis de ese que
no estaba muerto, que solo estaba de parranda? Bien, pues estos bailarines no
estaban de parranda, pero nadie les creyó…hasta que murieron.
Durante los últimos años hemos visto modas raras y peligrosas
extenderse a la velocidad del rayo gracias a las redes sociales. Gente que
intenta dejar inconsciente a otra por puro afán de protagonismo, pegar patadas
en la cabeza a los amigos o soportarlas, prenderse fuego voluntariamente,
subirse a un carro de la compra y golpearse contra un muro, el balconing,
inhalar cacao etc.
Visto esto no resulta sorprendente que en épocas en las que la gente había quedado bastante traumatizada por guerras o pestes, esta clase de modas fueran todavía más brutales.

No existe consenso sobre cómo se inició esta epidemia, pero las
fuentes acusan a una mujer llamada Frau Troffea de haber iniciado esta moda
(como una protesta contra las obligaciones impuestas por su marido). Sea como
fuere, el brote se extendió por Estrasburgo, después por otras regiones de
Alemania, Bélgica y Francia. Los afectados por esta extraña peste bailonga
sufrían convulsiones y movimientos involuntarios, echaban espumarajos por la
boca, y permanecían en un estado de delirio permanente, a veces acompañado de
alucinaciones y visiones.
Las personas afectadas bailaban hasta el agotamiento y a veces, hasta la muerte (los sacerdotes les practicaron exorcismos y en otros lugares se contrataron músicos para acelerar el proceso). Derrames cerebrales, rotura de huesos, desmayos, brazos arrancados de cuajo, deshidratación…los más afortunados comenzaban a recuperarse después de permanecer inconscientes durante varias horas.
Las personas afectadas bailaban hasta el agotamiento y a veces, hasta la muerte (los sacerdotes les practicaron exorcismos y en otros lugares se contrataron músicos para acelerar el proceso). Derrames cerebrales, rotura de huesos, desmayos, brazos arrancados de cuajo, deshidratación…los más afortunados comenzaban a recuperarse después de permanecer inconscientes durante varias horas.
Más de cuatrocientas personas salieron a la calle a bailar a lo
largo de un mes entero, y durante el momento álgido murieron alrededor de
veinte personas al día.
Desesperados, algunos lugareños subieron a los bailarines a un escenario y trajeron varias estatuas de San Vito, el Santo que según la leyenda curaba la epilepsia y las convulsiones. Curiosamente, los efectos solo remitían cuando colocaban a los bailarines junto a dichas figuras. A partir de ese momento, los cronistas recogieron en sus escritos esta misteriosa enfermedad y la denominaron baile de San Vito.
Algunos investigadores dicen, como en otros casos anteriores, que el culpable fue el cornezuelo, pero la histeria colectiva sigue siendo la principal sospechosa.
La Bella Durmiente era una aficionada: La epidemia de sueño de
Kazajistán.
En la aldea de Kalachi, Kazajistán, las maldiciones de cuento eran
muy reales. Los seiscientos habitantes del pueblo no entendían lo que ocurría.
Cada dos por tres, alguien se quedaba dormido de forma repentina, y podía
permanecer en ese estado días enteros. El sueño llegaba de forma fulminante, y
no importaba que estuvieran comiendo, trabajando, estudiando…o conduciendo. Desde
2010 y hasta 2013, los durmientes no dejaron de aumentar, y aquellos que
despertaban del misterioso letargo, lo hacían con un comportamiento agresivo
que se iba disipando con el tiempo.
Las autoridades llegaron a evacuar la aldea, por temor a que se
produjeran más casos y a partir de ese momento, comenzaron las investigaciones
y las especulaciones. La presencia de minas de Uranio o una elevada concentración
de monóxido de Carbono han sido las hipótesis más barajadas, siendo esta última
la que la mayoría de los medios ha situado como la causa más fiable.
Ahora bien, aunque la hipótesis del monóxido tenga cierto fundamento, aún existen interrogantes. Si hubieran inhalado grandes cantidades, no habrían despertado del coma, y si dichas cantidades no eran elevadas, los síntomas habrían alertado de la presencia de este gas, que vendría precedida de numerosos problemas, desde cefaleas, ataques, problemas respiratorios, derrames, mareos o infartos. Además, también sostienen que los animales no parecían afectados por la presencia del monóxido de Carbono, lo que hace aún más misteriosa esta epidemia.
Los animales, sobre todo de pequeño tamaño, son los primeros en sufrir los efectos de una intoxicación de esta clase, y eso habría constituido una señal de alarma más que suficiente. Este sueño repentino también podría deberse a la encefalitis letárgica (enfermedad causada por una bacteria estreptocócica) y que ya causó millones de muertes durante las mismas fechas que la gripe española, pero la mayoría de los afectados por esta bacteria acaban postrados en la cama de por vida, sino muertos. Asimismo, cabe la posibilidad de que se trate de un experimento del gobierno, y la versión del monóxido haya sido alentada por los militares para desviar la atención. De un modo u otro, el tema sigue siendo toda una incógnita.
Ahora bien, aunque la hipótesis del monóxido tenga cierto fundamento, aún existen interrogantes. Si hubieran inhalado grandes cantidades, no habrían despertado del coma, y si dichas cantidades no eran elevadas, los síntomas habrían alertado de la presencia de este gas, que vendría precedida de numerosos problemas, desde cefaleas, ataques, problemas respiratorios, derrames, mareos o infartos. Además, también sostienen que los animales no parecían afectados por la presencia del monóxido de Carbono, lo que hace aún más misteriosa esta epidemia.
Los animales, sobre todo de pequeño tamaño, son los primeros en sufrir los efectos de una intoxicación de esta clase, y eso habría constituido una señal de alarma más que suficiente. Este sueño repentino también podría deberse a la encefalitis letárgica (enfermedad causada por una bacteria estreptocócica) y que ya causó millones de muertes durante las mismas fechas que la gripe española, pero la mayoría de los afectados por esta bacteria acaban postrados en la cama de por vida, sino muertos. Asimismo, cabe la posibilidad de que se trate de un experimento del gobierno, y la versión del monóxido haya sido alentada por los militares para desviar la atención. De un modo u otro, el tema sigue siendo toda una incógnita.

A veces, ni los príncipes, ni las hadas, ni los besos de amor eterno tienen poder suficiente para solucionar nuestros problemas. Lo único que podemos hacer es rezar para que el tiempo ponga fin a situaciones tan catastróficas y esperar que no se vuelvan a repetir.
Hola!interesante y con una veta de humor negro.gracias!!saludosbuhos
ResponderEliminarHolaa! Me alegro de que te haya gustado. Me parecía un tema interesante, y aunque es cierto que se trata de cosas serias, a veces me siento incapaz de contener algunos comentarios humorísticos. Así se hace más amena la lectura. Un abrazo!
EliminarHolaa, muchas gracias por los datos, me llamó la atención los de la risa porque yo suelo tener ataques de risa, me río por cualquier cosa y después no puedo detenerme en un buen rato y sigo recordando cosas para reírme, he, pero bueno, que no se parecía a aquello, y sí, creo que mucho era por la época y cómo se tomaba algunas cosas... exageraciones :P
ResponderEliminar¡Beesos! :3
¡Hola Yomi! Pasan cosas muy raras por el mundo, pero hay que reconocer que estas se llevan la palma. Nunca he entendido cómo la histeria colectiva puede llegar a causar tantos estragos, pero bueno, aún queda mucho por investigar en cuanto a la psicología humana. Por lo visto tiene algo que ver con el instinto de manada. Igual que si un animal percibe el peligro, los demás sufren una reacción en cadena. Quizás se deba a algo similar, pero no podría jurarlo. ¡Muchas gracias por pasarte! A ver si saco tiempo para escribir la próxima entrada, que ya tengo ganas, pero me falta tiempo. ¡Un abrazo!
EliminarHola!!
ResponderEliminarMadre mía, me he quedado a cuadros. La histeria, como muy bien has dicho, a veces puede llegar a ser muy peligrosa. No conocía la mayoría de las cosas, solamente me sonaba lo del Baile de San Vito, pero la verdad es que tampoco sabía a ciencia exacta qué sucedía. Lo de las monjas y los maullidos me ha resultado cuanto menos curioso O.o
Gracias por la información!!
Besos :33
Y fíjate que estoy segura de que hay muchos casos similares, pero para encontrarlos tendría que investigar a conciencia. Esta recopilación, de todas formas, creo que no está tan mal. La epidemia de Kazajistán me llamó mucho la atención. Estaban echando un documental en la tele cuando todavía no había terminado de escribir la entrada y me vino de fábula para completarla. ¡Un abrazo y muchas gracias por pasarte, Sandra!
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