
Cuando te mudas a una casa,
esperas que ese lugar se convierta en un pequeño refugio, un lugar de paz y de
intimidad. Un sitio en el que disfrutar de los ratos libres y vivir según tus
normas. Hay quien busca viviendas espaciosas porque pretende formar una
familia, o, por el contrario, algo fácil de mantener; un piso de dos
habitaciones con un despacho, por ejemplo. A este sueño se puede añadir una
terraza, un jardín, una piscina, o un garaje.
Pero, a veces, las cosas se
complican. Y por increíble que pueda parecer, el precio o el papeleo de la
inmobiliaria es lo de menos. Alrededor del globo existen algunas viviendas que
no están hechas para construir un nidito de amor. Casas que son inhabitables
para el común de los mortales (a no ser que estén hechos de una madera especial
o tengan gustos muy peculiares), y que pueden llegar a convertirse en un micro
universo gobernado por las pesadillas, el miedo….o incluso, la muerte.
Y, en ocasiones, los nuevos inquilinos aprenden una dura lección: que la única diferencia entre un ataúd y una casa puede ser solo una cuestión de tamaño. Una caja gigante que puede guardar todo lo positivo y todo lo negativo de aquellos que vivieron en ella y encerrar—o enterrar—en su interior a cualquiera que se atreva a entrar.
Y, en ocasiones, los nuevos inquilinos aprenden una dura lección: que la única diferencia entre un ataúd y una casa puede ser solo una cuestión de tamaño. Una caja gigante que puede guardar todo lo positivo y todo lo negativo de aquellos que vivieron en ella y encerrar—o enterrar—en su interior a cualquiera que se atreva a entrar.
Las casas, como ya dije, pueden
estar embrujadas…o incluso, poseídas. Y en el siguiente resumen podréis conocer
algunas de las más populares, y al mismo tiempo más infames de las que se tiene
constancia.
La casa de Aleister Crowley: Boleskine House

En el caso de este mago, el lugar parecía hecho a su medida. La vivienda había sido edificada sobre una antigua iglesia que había ardido hasta los cimientos con los fieles aún en su interior. Su situación alejada, junto al lago Ness, la belleza del paisaje y su historial, fueron las razones que movieron a Crowley a hacerse con el inmueble. Allí pudo llevar a cabo sus rituales de ocultismo sin ser molestado. Él estaba en su salsa, pero sus empleados y su esposa—que, salvo que fuera Morticia Addams, debía tener más paciencia que un santo—no estaban tan contentos. Después de unos años, sus sirvientes enloquecieron debido a una serie de tragedias personales y su mujer se dio a la bebida (sí, su marido debía mantenerse célibe antes de los rituales, pero no creo que ese fuera el motivo principal).

Imaginaos que un fulano se pasa seis meses sin beber alcohol y sin darle al tema, se estudia varios mamotretos en lenguas muertas con la única motivación de invocar a la flor y nata del inframundo —en teoría para pedirles algo grande, porque si no, pues ¿pa qué?— y después de montar semejante sarao, va y los deja plantados. No sé cuál sería la conversación que mantendrían entre ellos, pero me la puedo imaginar.
El cuarto y el quinto, fueron su falta de control y su ambición desmesurada. El asunto se le fue de las manos, y lo que fue aún peor…no se lo dijo a nadie. Seguramente debido a una cuestión de orgullo. Sí, ese orgullo estúpido que suelen tener los individuos de su especie. Porque no nos engañemos, la mayoría de los magos oscuros se pasa la mitad del día hablando en latín y la otra mitad compitiendo con otros a ver quién la tiene más grande. Y claro, el señorito, al ver que la había liado parda, hizo mutis por el foro. Después de esto, no puedo más que admirar la soberana paciencia y sangre fría de sus empleados y de su esposa. En serio, ¿dónde se sacó el carné de mago? ¿En la tapa de un Danonino?
Vamos, que después de esto, a nadie le sorprenderá que el líder de la Orden de la Aurora Dorada le diera la patada.
Sigamos con el tema.
La casa—o el casoplón, porque sus
proporciones eran más que dignas—fue pasando de unas manos a otras
(principalmente famosos y también fanáticos obsesionados con la vida de
Crowley). El lugar era, según algunos, una de las siete puertas del Infierno. O
eso se pensaba, hasta que en 2015 la vivienda se convirtió en pasto de las
llamas (suerte que viajé a Escocia en 2014 y pude verla—eso sí, desde lejos—).
La casa de Amityville (o 112 de Ocean Avenue, N.Y.C.)
De esta vivienda se han escrito ríos de tinta. Se han producido películas, como La Morada del Miedo y varios reportajes. También se pueden ver en Internet fotografías del macabro crimen acontecido en el interior de la propiedad (no son agradables, ya os aviso) y aún es posible contactar con los protagonistas de las terroríficas experiencias que se vivieron en dicho lugar.

El resumen general de lo que ocurrió ahí sería el siguiente: Aunque la casa pasó por muchas manos, casi todas las historias comienzan con la masacre de la familia DeFeo. En la madrugada del 13 al 14 de noviembre de 1974, el hijo mayor, Ronnie, armado con un fusil, asesinó a todos los miembros de su familia mientras dormían en sus camas. La policía encontró los cadáveres de sus padres y de sus cuatro hermanos, así como el arma homicida (de la que Ronnie había intentado librarse), y tras un interrogatorio y el posterior juicio, el primogénito de los DeFeo pasó a disposición judicial. Lo condenaron a cadena perpetua.
Ronald decía que había actuado movido por unas voces que «lo obligaron» a asesinar a su familia.
Tras el suceso, la vivienda pasó a
manos de otra familia, los Lutz. Su vida idílica en aquella casa duró solo un
mes, ya que tras una serie de sucesos extraños, (temperaturas gélidas, moscas,
voces, apariciones horribles, cosas que se rompían, puertas que se abrían y se
cerraban etc.) decidieron abandonar el lugar sin mayores contemplaciones. Al
parecer, había más de un demonio en la propiedad. Y alguno de ellos llegó a
comunicarse con Missy, la hija de los Lutz.
Sobre lo que sucedía realmente, hay una enorme división de opiniones. Los escépticos dicen que fue el abogado de DeFeo quien les contó muchas de esas cosas para hacer más creíble la historia de Ronald. También se cree que todo lo que se pensaba que eran sucesos paranormales habían sido engaños orquestados por la mafia, que quería el dinero de la familia DeFeo.
Sea como fuere, si tomamos por cierta su versión de los hechos, los sucesos paranormales afectaron a la casa de forma estructural (salía lo que llamaban “gelatina viscosa” de un montón de puertas, cerraduras y paredes, y a veces encontraban también un “limo negro” en el baño que no se iba con ningún producto de limpieza), sustancias que posteriormente los parapsicólogos identificarían con ectoplasma. De manera que podría decirse que la casa no solo estaba encantada, sino poseída.
La Torre de Londres
Este es, en teoría, el lugar más embrujado del mundo. Aunque el ranking varía dependiendo de a quién le preguntes. También podría ser una estrategia propagandística, como suele ser habitual en cualquier edificio visitable, aunque los guías creen que mencionar las apariciones es de mal agüero. Si esta Torre estuviera en España de seguro habrían colocado hasta Photocalls en los lugares de las apariciones, por si las moscas.

La Torre fue construida en el siglo XI por Guillermo el Conquistador. Fue reutilizada para múltiples usos, aunque las apariciones datan inicialmente de la época en la que fue utilizada como prisión para miembros de la flor y nata de la Corte. Desde entonces, las apariciones (no solo individuales, sino colectivas) han aterrorizado a cientos de individuos. En concreto, el fantasma más célebre es el de Ana Bolena, la segunda esposa de Enrique VIII, de quien dicen que se pasea con su cabeza del brazo.
Con un historial de semejante calibre, este edificio se merece, sin duda, un puesto de honor en la lista de casas y viviendas poseídas.
La Casa Winchester

Esta casa se hizo famosa más
debido a sus peculiaridades constructivas que las apariciones fantasmales o los
fenómenos sobrenaturales, aunque los psíquicos sostienen que está plagada de
espíritus, incluido el de la propietaria, que logró vivir hasta los 82 años.
Palacio de Ca’ Dario
Este palacio se encuentra en Venecia, en el 353 del Sestiere de Dorsoduro. Fue mandado construir en el siglo XV por Giovanni Dario, el padre de Marietta, como dote para su hija. Aunque perteneció a la familia del marido de Marietta hasta el siglo XIX, se dice que sobre el palacio pesa una maldición. Todos sus propietarios acaban muertos o en bancarrota. Y es que la historia de esta casa, se las trae.

Marietta se suicidó cuando el negocio de su marido quebró, y este murió acuchillado. A raíz de aquí, la sucesión de muertes, quiebras, suicidios y enfermedades arrasaron con los nuevos propietarios. Y a pesar de la fama del palacio, su belleza siguió resultando atractiva para los siguientes compradores. Lo peor de esta maldición, quizás, es que no se limitaba a afectar a aquellos que vivían en él, sino que fueran a donde fuesen, mientras figuraran como propietarios o tuvieran una relación estrecha con los mismos…acabarían corriendo las misma suerte que sus predecesores.
Al final el historial delictivo de la casa acabó con el suicidio de Raul Gardini en 1993 y entonces sí que resultó difícil darle salida al inmueble. Nadie se podía tomar tantas muertes a la ligera. Actualmente pertenece a una sociedad americana y está en restauración. El propietario actual permanece en el anonimato.
La casa de Vallecas, dos en uno.
También conocido como «el caso Vallecas», es uno de los mejor documentados hasta la fecha.
El detonante fue casi el mismo de cualquier película de terror de serie B, solo que en esta ocasión, no se trataba de una película.
Estefanía, de 18 años, empezó a interesarse por lo paranormal, y como viene siendo habitual entre los adolescentes, decidió que la mejor forma de iniciarse en los misterios de lo oculto era—cómo no—comprarse un tablero Ouija. Primero practicó en casa, y después, repitió la operación con un grupo de amigas en su instituto. Su intención era contactar con el novio fallecido de una de ellas, pero una profesora las pilló in fraganti, y rompió el tablero.
Un espíritu o demonio poseyó a Estafanía, que después de sufrir todo lo que ya mencioné en la entrada anterior, fue trasladada, en agosto de 1991, al hospital Gregorio Marañón, donde falleció sin que los médicos pudieran decidirse en cuanto al diagnóstico.
En resumen, todo se hizo mal y nadie pudo ayudar a la joven—probablemente, ni se les pasó por la cabeza contactar con un psíquico o con un exorcista, a pesar de que tuvieron un año para decidirse—. Pero la cosa no acabó ahí. Como se suele decir, las desgracias nunca vienen solas, y pronto descubrieron que su casa también había sido parasitada. El 27 de noviembre de 1992, la policía recibió una llamada de su familia, que, desesperada, decía que estaban ocurriendo cosas muy extrañas en la casa, y que una figura enorme los vigilaba desde el pasillo. La cosa se complicó hasta un punto en que se vieron obligados a abandonarla. Varios policías llegaron y revisaron el lugar.
Se quedaron alucinados.
Apuntaron lo que presenciaron en
los archivos del caso y pronto estos acontecimientos trascendieron, llegando a
convertirse en el caso más mediático e importante de la parapsicología
española.
Las posesiones de personas más famosas
Es difícil escoger, pero en
general se asume que los siguientes serían los casos mejor documentados de
posesiones demoniacas:

Este caso también se llevó al cine, donde le cambiaron el nombre a la protagonista por Emily Rose. La chica había recibido una educación muy católica y sus ataques comenzaron con lo que al principio identificaron con epilepsia. Le fueron administrando cada vez más medicamentos, pero ella insistía en que no servían de nada. Presentaba los síntomas clásicos de una posesión. En concreto decía que la habían poseído siete demonios de alto rango. De modo que, después de intentarlo repetidas veces, consiguieron que dos sacerdotes intentaran un exorcismo.
Después de un año, Anneliese murió, y tanto sus padres como los sacerdotes fueron juzgados. Se los consideró culpables de negligencia, porque Anneliese había dejado de tomar la medicación, pero las pruebas aportadas contribuyeron a la reducción de la condena. De no haber sido creyente, posiblemente habría sido más fácil enfocar el caso, pero no quedaba claro cuánto de lo que ocurrió pudo haber sido solo fruto de la sugestión mezclada con una serie de psicosis y enfermedades mentales.
La película El Exorcista es sin
duda la más conocida dentro del género. Y el protagonista, a diferencia de lo
que ocurre en la versión cinematográfica, fue un chico llamado Roland Doe. Como
Estefanía, intentó contactar con su tía fallecida a través de un tablero Ouija.
Y ya sabemos cómo acaban estas cosas. Empezó a oír voces, las Biblias y los
crucifijos levitaban o cambiaban de sitio, etc. El exorcista asignado necesitó
treinta sesiones para expulsar al demonio que atormentaba a Roland. Fue toda
una Odisea, pero este acabó de forma satisfactoria.
A veces a los espíritus no les queda otro remedio que aceptar sucedáneos. Y cuando no encuentran un cuerpo humano en el que vivir, se decantan por el dicho de «donde hay agujero, hay alegría» y aceptan otra clase de recipientes.
Claro, que siempre se trata de una
medida provisional, y los niños son las víctimas más fáciles. ¿Qué mejor manera
de acercarse a uno que a través de un muñeco? Obvio que si les dan a elegir,
siempre prefieren hombres adultos, porque tienen más fuerza (y algunos también
juegan con muñecos). De hecho, hay otra historia interesante sobre esto, pero
la dejaré para otro día.
El matrimonio Warren, que ya se había encargado de casos similares dijo que la muñeca estaba poseída por un demonio y decidieron llevarla a su museo de objetos malditos, donde la encerraron en una vitrina. Estoy segura de que Lou lamenta profundamente no haberse currado las cosas un poco más.
Es difícil escoger, pero en
general se asume que los siguientes serían los casos mejor documentados de
posesiones demonicacas:
Carla Moran
El caso de esta mujer fue relatado
en un libro, y después se llevó al cine. El título de la película fue: «El
Ente» y cosechó bastante audiencia. Carla Moran era una viuda californiana con
una vida aparentemente normal. Pero solo en apariencia, porque a la señora
Moran la acosaba un íncubo.
Dicha entidad tomaba una forma
física para perpetrar las violaciones y la persiguió durante toda su vida.
Familiares, psicólogos e investigadores presenciaron los brutales ataques, y
hasta llegaron a captar algunas fotografías. El íncubo también movía cosas y empujaba
a cualquiera que se encontrara cerca mientras llevaba a cabo sus fechorías, y
no tenía intención alguna de ocultarse. Violaba a Carla siempre que quería y
donde quería, aunque principalmente era en su cuarto donde se producían la
mayor parte de las visitas. Con el tiempo, los ataques disminuyeron en
agresividad (a medida que la señora Moran también envejecía) y al final, murió
de cáncer.
Anneliese Michel

Este caso también se llevó al cine, donde le cambiaron el nombre a la protagonista por Emily Rose. La chica había recibido una educación muy católica y sus ataques comenzaron con lo que al principio identificaron con epilepsia. Le fueron administrando cada vez más medicamentos, pero ella insistía en que no servían de nada. Presentaba los síntomas clásicos de una posesión. En concreto decía que la habían poseído siete demonios de alto rango. De modo que, después de intentarlo repetidas veces, consiguieron que dos sacerdotes intentaran un exorcismo.
Después de un año, Anneliese murió, y tanto sus padres como los sacerdotes fueron juzgados. Se los consideró culpables de negligencia, porque Anneliese había dejado de tomar la medicación, pero las pruebas aportadas contribuyeron a la reducción de la condena. De no haber sido creyente, posiblemente habría sido más fácil enfocar el caso, pero no quedaba claro cuánto de lo que ocurrió pudo haber sido solo fruto de la sugestión mezclada con una serie de psicosis y enfermedades mentales.
El caso Roland Doe

La muñeca Anabelle
A veces a los espíritus no les queda otro remedio que aceptar sucedáneos. Y cuando no encuentran un cuerpo humano en el que vivir, se decantan por el dicho de «donde hay agujero, hay alegría» y aceptan otra clase de recipientes.

A lo que iba. Por lo visto, unos daimones
son…bueno, más vagos que otros.
Y parece ser que el que se
introdujo en la muñeca llamada Annabelle, no tenía muchas ganas de trabajar.
La mujer que la compró para su
hija, se hizo con ella en una tienda de antigüedades (no vamos a entrar en lo
creepy de esa idea, que de por sí ya tiene delito). Y pronto descubrieron que
la pusieran donde la pusieran, aparecía en posturas raras y en distintas zonas
de la casa. Encontraron notas que decían «ayuda a Lou» o que pedían socorro, y
un día la hallaron cubierta de sangre. La sutileza y la originalidad no eran el
fuerte de este daimon tampoco. Solo le faltó colocar un cartel que dijera, en
letras de neón: «Pero chati, échame un mano y sácame de aquí, que tengo relleno
hasta en los bajos»
El matrimonio Warren, que ya se había encargado de casos similares dijo que la muñeca estaba poseída por un demonio y decidieron llevarla a su museo de objetos malditos, donde la encerraron en una vitrina. Estoy segura de que Lou lamenta profundamente no haberse currado las cosas un poco más.
A estos casos de posesiones se
podrían añadir cientos, sino miles. Pero también pueden darse situaciones más
difíciles de detectar.
Hay veces que la persona poseída
desconoce su condición, y esta solo se manifiesta de forma fortuita. De hecho,
pueden pasar años hasta que se dan cuenta, o no llegar a averiguarlo nunca. Muchos
dicen que las posesiones demoniacas solo afectan a los creyentes porque son
víctimas de la autosugestión, pero también hay quien piensa que los ateos y los
escépticos son más fáciles de controlar, precisamente porque jamás sospecharían
que su propia condición es consecuencia de una posesión demoniaca y su alma
sería más fácil de obtener mediante el suicidio. En realidad, muchos de los
casos achacados a psicosis repentinas en gente que no tenía razones para
cometer un crimen brutal, o antecedentes de ninguna clase, podrían deberse a
este tipo de posesiones veladas. Y como os podréis imaginar, defender esta
condición en un juicio resulta…complicado.
Es más fácil acusarlos de sufrir
algún trastorno mental, y a veces ni si quiera es suficiente para evitar una
condena.
Todo lo anterior nos lleva a la
conclusión de que los casos de posesiones demoniacas son antiguos y
persistentes. Y, ya sea por efecto de la sugestión, de alguna enfermedad mental
o de una realidad mucho más espiritual, no podemos negar que de una forma o de
otra, existen. Unos son falsos, otros autoinducidos, y los más extraños,
seguramente, reales.
¿Y quién sabe? Quizás haríamos
bien en recordar que las ovejas que no creen en los lobos siempre son las más
fáciles de cazar, y que mostrarnos escépticos, en determinadas situaciones,
podría salirnos muy caro.
Hola.hola! Me encanta la entrada.cuanta magia y misterio!!!
ResponderEliminarGracias! Aunque para la próxima escribiré sobre algo un poco más bonito, porque ya estoy un poco saturada de temas macabros. El apartado de nigromancia lo tuve que dejar fuera porque la entrada ya era muy larga. Un abrazo y gracias por pasarte!
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