Las leyendas nos hablan de grandes héroes y sangrientas batallas. De hombres que se alzaron con la victoria en circunstancias imposibles, se ganaron el aprecio o el odio de los dioses, rescataron a la doncella en apuros y conquistaron reinos exóticos.
Las
sociedades patriarcales, como la griega, alababan la figura del hombre, y lo
consideraban el ser más perfecto sobre la tierra, únicamente por detrás de los
dioses. Las divinidades eran las únicas que podían comportarse según su propia
voluntad, al margen de la opinión de los demás, ya fueran masculinas o
femeninas. Pero en el mundo de los mortales, la cosa no pintaba tan bien. Muchas
sociedades antiguas, por lo tanto, veían a las mujeres guerreras como figuras
mitológicas, pues pensaban que cualquier pueblo gobernado por una mujer debía de
ser primitivo, mágico, o incluso, antinatural.
BREVE
APARTADO SOBRE LA VIDA DE LA MUJER EN GRECIA
Para ellos la mujer tenía un nivel similar al de un esclavo, y su ámbito de poder era el doméstico. Cualquier mujer que aspirase a una posición de prestigio, a no ser que fuera noble de nacimiento (y a veces ni así, si no tenía hijos) se veía obligada a pasar por un matrimonio que le aportase riquezas y estatus, o conseguir un puesto en alguna institución religiosa. Si alguna se alejaba de la concepción idealista socialmente aceptada, era considerada una aberración, un monstruo, o una demente.
Pese a la presión, había muy pocas «Penélopes» en la vida real, (esto se puede deducir de las tragedias griegas) y si bien se les negaban muchas opciones, nunca faltaron quejas y rebeliones, aunque fueran a nivel familiar. Además, este retiro doméstico solo se lo podían permitir aquellas que tenían una buena posición, mientras que las mujeres pobres, acompañadas de un hermano o de su padre, debían ir al mercado a vender hortalizas, o se dedicaban al pastoreo.
La
mayoría debía contraer matrimonio a partir de los doce años, con su primera
sangre, y sus esposos eran entre diez y veinte años mayores que ellas. Los
varones retrasaban el matrimonio para poder disfrutar de la vida, (sobre todo
si eran homosexuales) mientras que las jóvenes debían aceptar su papel de
madres y esposas antes siquiera de conocerse a sí mismas. De esta manera, el
esposo podía moldearlas a su conveniencia y enseñarlas a atenderlo según sus
deseos.
Por
otro lado, poco se sabe de lo que se cocía en los gineceos, aunque igual que
sucedía en los harenes, las conductas sexuales que se desviaban de la ortodoxia
estaban a la orden del día. Los hombres, sin embargo, no les daban importancia a
esas muestras de cariño entre féminas, porque creían que el amor más elevado se
reservaba solo a los varones. El amor entre mujeres, según su mentalidad, no
era verdadero.
LA
LEYENDA DE LAS AMAZONAS
Fuera del ámbito patriarcal, y retirando a Esparta de la ecuación, (donde las mujeres tenían algo más de libertad) existían algunos pueblos que se regían por regímenes matriarcales o en los que las mujeres participaban de las mismas actividades que los hombres si tenían las habilidades adecuadas. Esto ocurría sobre todo en los pueblos de la estepa, donde las condiciones eran duras, y las féminas podían alcanzar posiciones de poder, dirigir ejércitos, elegir a sus esposos, o tener relaciones con esclavos si lo deseaban. También en las regiones nórdicas había algunas guerreras respetadas, pero no eran habituales.
En
las leyendas, las reinas amazonas solían luchar con los griegos, de lo que se
deduce que los choques con pueblos nómadas eran bastante habituales en las
zonas limítrofes. Heródoto nos habla de Escitia (que abarcaba una región amplia,
desde la estepa póntica hasta el Danubio y las costas septentrionales del Mar
Negro), algo que tiene sentido a nivel histórico, pues los escitas eran jinetes
grandiosos y podían disparar flechas mientras cabalgaban, y sus mujeres, en la
mayoría de los casos, hacían lo mismo. Esto también era común entre los alanos.
Desde pequeñas, sus padres las criaban igual que a sus hermanos varones, y
cuando crecían decidían si querían ser guerreras, o si preferían atender las
cuestiones domésticas, pues no todas eran aficionadas a la vida militar (en la
estepa kazaja todavía mantienen costumbres similares en la actualidad). De modo
que no solo hay precedentes históricos, sino también etnográficos.
No
se sabe, sin embargo, si llegaron a tener reinas propiamente dichas, o
comunidades formadas estrictamente por mujeres, pero no es algo que se pueda
descartar. Si los hombres morían en batalla, sus mujeres podían tomar el mando.
En
teoría, las amazonas fundaron varias ciudades y realizaron incursiones en
territorios vecinos con cierta regularidad.
Lo que está claro es que la existencia de
jefas tribales con muchas tribus a su servicio no resulta descabellada.
AMAZONAS
FAMOSAS
Los
griegos nos hablan de algunas amazonas famosas, que inspiraron buena parte del
culto a Ártemis debido a sus atributos: la caza, la virginidad, y el rechazo a
los varones. Según la mitología eran descendientes del dios Ares y la ninfa
Harmonía. Aunque eran guerreras feroces, la mayoría siempre acababa rindiéndose
ante héroes como Heracles o Aquiles. Destacan sobre todo Hipólita, hermana de
Pentesilea, que también fue una dura rival, y Mirina, cuya historia está relacionada
con la de los últimos atlantes y cuya ciudad se encontraba cerca de Libia.
En
distintos textos mencionan a otras amazonas, pero estas fueron las más célebres:
Hipólita:
reina de las amazonas a la que venció Heracles. Poseía un cinturón que la hacía
más fuerte, pero él consiguió arrebatárselo (en este sentido recuerda a
Brunilda, la reina de Islandia, o a las Valquirias nórdicas).
Pentesilea:
Hermana de Hipólita. Se cree que participó en la guerra de Troya y que Aquiles,
antes de matarla, sintió un profundo amor por ella.
Mirina: Reina de las amazonas cuyo territorio se encontraba en Libia (aunque debía de tener relación con los kushitas, habitantes de nubia que eran grandes arqueros y cuyos ejércitos eran mixtos). Se dice que dirigió un ejército contra los supervivientes de la Atlántida que habían fundado una ciudad de Cerne. También se dice que llegó a Egipto, y que mantuvo a raya a los árabes e, incluso, a las Gorgonas. También, que se casó con un rey. Existe una reconstrucción biográfica tardía de esta reina, pero es poco probable que tenga alguna validez histórica.
UNAS
COSTUMBRES BRUTALES
Las
costumbres de las amazonas según las leyendas se podrían calificar de brutales.
Su nombre significaba «las que no tienen seno» ya que a las jóvenes les
cortaban un pecho para que no les estorbara a la hora de disparar flechas o jabalinas.
Los varones solo podían vivir con ellas en calidad de esclavos y sirvientes, y
si eran sus propios hijos, eran devueltos a sus padres, sacrificados, o
mutilados. Las amazonas tenían relaciones una vez al año con los hombres de
tribus cercanas, pero no permitían a ninguno vivir con ellas.
Sin embargo, se dice que Teseo se casó con Antíope, hermana de Hipólita (o bien con la propia Hipólita), lo que puede poner en evidencia una posible alianza temporal entre los griegos y algunas tribus esteparias.
También
hay quien dice que desprendían un olor era nauseabundo, y que por eso ningún
hombre se aproximaba a ellas si podía evitarlo. Pero esta teoría no se sostiene,
pues en muchas ocasiones tenían relaciones consentidas. En cualquier caso, se
podría aducir que, en ocasiones, hacían lo mismo que los hunos, que introducían
carne debajo de la silla de montar (o lo que utilizaran en su época) y se
sentaban encima para cocerla con su calor corporal mientras cabalgaban. Esto podría
explicar el olor penetrante del que se quejaban los griegos (y que,
posiblemente, no se lavaban a menudo).
¿DÓNDE
VIVÍAN?
En
cuanto a los territorios que ocupaban, no existe un consenso, pero a las de
Escitia habría que añadir también algunas tribus que vivían en lo que hoy es
Albania, que se encuentra bastante cerca de Grecia, en Creta (amazonas minoicas),
todo el báltico, y algunas zonas del Cáucaso, donde nacieron numerosas mujeres
guerreras que realizaron incursiones en países vecinos; y fuera de Eurasia, en
África, algunas regiones cercanas al Nilo, donde las mujeres pactaban
relaciones con hombres, y participaban en el ejército; y en América, organizadas
en una república femenina de Filipinas o en los llanos del Orinoco, en
Venezuela.
¿ICONOS
FEMINISAS? MÁS BIEN NO.
De
manera que se puede decir, con más o menos certeza, que las amazonas sí
existieron, y aunque faltan datos históricos, sus incursiones y su popularidad en
distintas épocas hablan por sí solas. Pero no son un icono feminista, ni mucho
menos. Aunque en series como Xena, la princesa guerrera, den a entender lo
contrario, estaban muy lejos de esta descripción, pues, aunque eran fieras e
independientes, creían que las mujeres eran superiores a los hombres, no
iguales, y se comportaban aún peor con ellos, que los varones con sus esposas. En
esta época primaban la ley del más fuerte y el poder; el salvajismo era solo un
medio para obtenerlo y ni siquiera entre las propias mujeres existía la idea
igualdad.
No eran feministas, pero desde luego, eran muy interesantes.
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